La isla de S’Encalladora, conocida también como la isla Blanca o Mariblanca, es un afloramiento rocoso de unos 600 metros de largo, situado frente al Cap de Creus (Girona, España, Mediterráneo occidental). Si bien se trata de una isla de considerable longitud, no presenta mucha altura, con un máximo de 35 m sobre el nivel del mar. La isla queda separada del Cap de Creus por un paso de unos 50 m de anchura que recibe el nombre de «Freu de Sa Claveguera» y que ofrece una cierta protección de la tramontana, el viento del norte, que suele atacar duramente el lado exterior de la isla.

Isla Encalladora, Cap de Creus, Girona, España
Dada la riqueza única y el valor patrimonial de toda la península del Cap de Creus, durante la creación del Parque Natural se determinaron diferentes áreas y zonas más o menos protegidas. Así, con la ley 4/1998 del 12 de marzo de Protección del Cap de Creus (DOGC 2611, 01-04-1998) se incluyó la isla de S’Encalladora en la lista de puntos clasificados como Reserva Natural Integral del Parque Natural, quedando prohibida cualquier actividad que no tuviera fines científicos justificados y con el correspondiente permiso. Es por ello que la isla de S’Encalladora lleva años protegida del impacto de actividades como la pesca o la inmersión deportiva.
Desde el punto de vista geológico, S’Encalladora está formada por rocas metamórficas de arcillas y lodos de color oscuro sobre las que encontramos pegmatitas en forma de bloques de colores más claros. Destacan las formas que se han creado en la superficie de la roca debido a la propia erosión diferencial de los materiales que la componen.
La superficie de la isla presenta una riqueza botánica importante, donde podemos encontrar plantas adaptadas a la salinidad que crecen formando cojines incrustantes, como el hinojo marino, la verdolaga marina, la «salsona» o la «ensopegra». Podemos encontrar también aves marinas nidificando y rondando la isla, que sobreviven gracias a la presencia de algunos charcos de agua dulce en su superficie.
Por su exposición a los vientos de tramontana, la isla recibe el constante embate de las olas, mientras que las corrientes marinas son habituales a lo largo de toda la parte sumergida.
S’Encalladora bajo la superfície
La parte sumergida de la isla Encalladora es menos salvaje y profunda de lo que su situación geográfica nos podría hacer imaginar. Efectivamente, ninguna comparación física con el equivalente norte de la vecina isla de Massa d’Or, que desde la misma costa se hunde progresivamente hasta los 60 metros, muy cercanos al rompiente, la isla Encalladora declina con más suavidad hasta la plataforma insular, entre 30 y 40 metros de profundidad, donde el relieve se hace más uniforme y coincide con una llanura arenosa salpicada de rocas bajas y aisladas, más allá de nuestro alcance y objetivo, una característica que encontramos repetida en todas las islas del Cap de Creus, excepto el pequeño archipiélago de Messina, que se despliega radialmente hasta medio kilómetro, con un fondo más regular y predominio de un roquedal salpicado por numerosas grietas, que alcanzan la máxima verticalidad y riqueza biológica en la cara de tramontana.
Como particularidad y según algunos hallazgos arqueológicos -dos hachas del neolítico-, se sabe que antaño la isla estaba unida a tierra firme y en consecuencia el área objeto de estudio estaba emergida, como resultado del plegamiento de la cordillera herciniana, hace unos 300 millones de años, que provocó el afloramiento de masas de roca sometidas a gran temperatura, siendo la Encalladora y la llanura de Tudela las partes más representativas.
El buceo en S’Encalladora
La problemática de una inmersión en la Encalladora, además de la propia condición de Reserva Natural Integral, consiste en la distancia de un puerto base y a su exposición a mar abierto. Es un lugar donde convergen todas las corrientes de levante (E) y garbí (SW), que tanto pueden ser suaves como fuertes, repentinas, a diferente batimetría, no detectadas hasta el fondo y de tal intensidad que pueden arrastrar mar adentro a un buceador experto, por lo que se aconseja contar siempre con una boya de señalización y disponer de una embarcación de apoyo.
La disposición de la Encalladora, paralela a la costa y separada del mismo por un estrecho arenoso, facilita la circunvalación de su perímetro, sin alejarnos mucho de la roca, lo que permite el aprovechamiento integral de la reserva de aire, dedicando el tiempo de descompresión a observar la diversidad de especies del piso superior.
Objetivos
Los objectivos principales de nuestra immersión en la isla Encalladora han sido:
- Reconocimiento submarino de la cara expuesta de la isla Encalladora
- Reconocimiento de los diferentes hábitats submarinos
- Fotografiar los diferentes hábitats y especies
- Identificación, distribución y abundancia de espècies de fauna i flora submarina
- Evaluación del estado de conservación de la zona reconocida
Metodología
Equipos, perfil de la inmersión y rutas
Para poder realizar una buena evaluación y reconocimiento del área de interés se contó con un total de 4 expertos submarinistas con diversas calidades. Arnald Plujà, historiador y gran conocedor del Cap de Creus, con más de 50 años de experiencia como buceador. Aureli Reberté, técnico del Parque Natural del Cap de Creus y también experto buceador. Miquel Pontes, buceador experimentado, coordinador técnico del grupo de investigación VIMAR y con un largo recorrido como fotógrafo submarino. Por último, Andrea Cabrito, bióloga marina experta en comunidades bentónicas, miembro de VIMAR, que se está iniciándo en las técnicas de la fotografía submarina.

Participantes tras la inmersión en isla Encalladora
Los buceadores se dividieron en dos grupos de dos personas (por exigencias de seguridad) que siguieron itinerarios distintos para cubrir así una mayor área debajo del agua. Mientras que el primer grupo muestreó desde el punto de fondeo en el Racó d’es Penjat en dirección a la Punta del Tonaire, al noroeste, manteniendo la pared de la isla a la izquierda y llegando hasta los 40 metros de profundidad, el segundo grupo se dirigió desde el mismo punto de fondeo en dirección sureste hacia el Racó de Sa Devesa, manteniendo la pared de la isla a la derecha y alcanzando un máximo de 30 metros de profundidad.

Rutas seguidas por los dos grupos de buceadores
Las condiciones climáticas eran suficientemente buenas, con una temperatura ambiental de 27ºC, un día soleado con algunas nubes y algo de viento de Levante que provocaba un leve mar de fondo. La temperatura del agua en superficie se encontraba sobre los 22ºC, descendiendo hasta 20.4ºC a unos 30 metros de profundidad. Bajo el agua, en algunas zonas, se notaba algo de corriente de componente sur.
Materiales
Para realizar la inmersión, y dadas las buenas condiciones meteorológicas, los buceadores iban equipados con neoprenos húmedos de entre 5 y 7 mm. y botellas de aire de 12 y 15 litros. La duración de la inmersión fue de unos 60 minutos.
Los buceadores iban equipados con tabletas de plástico para poder anotar todo lo que observaban y con cámaras fotográficas para ir capturando todo lo que consideraban importante. Las cámaras utilizadas fueron una Olympus TG6 para las fotografías macro y algunos detalles de paisajes, y una cámara Nikon D7500 con objetivo Tokina 10-17 y dos flashes Sea&Sea YS/D1 para obtener panorámicas que les ayudaron a describir y evaluar estado de los hábitats. En algunas zonas se notaba algo de corriente de componente sur.
Análisis fotográfico e identificación de especies
Usando los programas Adobe Photoshop y Adobe After Effects se ajustaron las imágenes y se analizaron una por una para identificar las especies que aparecían y que fueran identificables “de visu”, así como las comunidades biológicas observadas en el largo de la inmersión.
Para la identificación de especies se ha utilizado numeroso material de referencia: Rield, 1986; Corbera et al., 1996; Martín, 1999; Pla, 2000; Hofrichter, 2005; Louisy, 2006; Scaperrotta et al., 2009-2014; Rodríguez et al, 2013; Baldacconi & Trainito, 2013; Trainito & Baldacconi, 2014; Trainito & Baldacconi, 2016; Ballesteros & Llobet, 2015; Ballesteros et al., 2019; Salvador, 2019 y Alf et al., 2020
Una vez identificadas las especies se ha preparado una tabla Excel como base de datos, obteniendo para cada especie la taxonomía mediante la base de datos taxonómica WoRMS (http://marinespecies.org).
Resultados
Ruta 1. De Es Racó d’Es Penjat a la Punta del Tonaire
El recorrido del primer grupo (formado por Aureli Reberté y Arnald Plujà) tuvo lugar entre Es Racó d’Es Penjat y la Punta del Tonaire, en el extremo norte de la isla, en total menos de la mitad de los seiscientos metros de largo que, pese a la pequeña distancia, adopta panorámicas bien diferenciadas.
A nivel paisajístico, el inicio de este tramo resulta poco atractivo. Las rocas lisas y macizas, posiblemente metamórficas, no favorecen el arraigo de las especies y nos hacían intuir que los veinte años de protección como reserva marina habían servido de poco: las gorgonias amarillas eran pequeñas y estaban parasitadas, alternando con pequeñas gorgonias blancas, más propias del litoral de la Balmeta. El poco coral existente no presentaba el clásico síntoma de crecimiento con los pólipos floridos, ni superaba el tamaño, ni el grosor de otros puntos del Cap de Creus explotados hasta hace pocos años. Una vez superado el inicial desencanto y a medida que avanzábamos, tuvo lugar un cambio radical de fisonomía. La roca baja y desprovista de sustrato era sustituida por una orografía más accidentada, con bloques que competían en altura y densidad de gorgonias, la mayoría en buen estado de conservación, que recubrían literalmente cada palmo de extraplomo, donde se refugiaban pequeñas langostas. Era el punto más sublime, donde la vida y el paisaje se fusionaban armónicamente, que por intuición debía coincidir debajo de la Punta del Tonaire.
La vuelta al punto de origen, a cota de descompresión, no resultó ausente de interés ni de belleza, por el camino nos cruzamos con alguna especie pelágica no identificada, un par o tres meros, dos enormes y asustadizas corvinas, una morena, sargos imperiales que se acercaban curiosos y las omnipresentes salpas devorando algas. El rincón de la Boga estaba enmarcado por deslizamientos pétreos que aparentaban minúsculas riadas de lava. Finalmente y en medio de un antiguo secador de atunes, donde habíamos fondeado, coincidimos con los otros compañeros, entretenidos fotografiando un montón de liebres marinas reproduciéndose.
Restos arqueológicos
Cabe destacar que, a una profundidad de 32-35 metros, cerca de la Punta del Tonaire, Aureli descubrió varios trozos dispersos de ánforas, así como una más entera y de forma redondeada, que requeriría un análisis posterior para comprobar si se trata del mismo naufragio romano localizado mar afuera, de una nueva colisión no registrada aparecida en la costa o un simple esparcimiento de cerámica.
Ruta 2. De Es Racó d’Es Penjat a la Punta de ses Coves
El recorrido del segundo grupo (formado por Andrea Cabrito y Miquel Pontes) tuvo un cariz más biológico y tuvo lugar entre Es Racó d’es Penjat y la Punta de ses Coves. El trayecto está caracterizado por una gran pendiente de roca sólida orientada a Gregal (NE) que, en general, tiene una mayor profusión de coralígeno, atribuible al cambio geológico de rocas filitas (esquistos) por graníticas (pegmatitas), siguiendo la distribución de la superficie, bautizada como ses Coves, sinónimo etimológico de cavidad, hipótesis de cariz más geológico que intentaremos averiguar en otra ocasión.
A poca profundidad, la roca aparece recubierta por una comunidad de algas fotófilas sobre la que, conforme se va ganando profundidad, crece un campo de gorgonias blancas bastante denso, especialmente en aquellos lugares donde las corrientes marinas son más constantes e intensas. La pendiente de roca desemboca en un fondo de arena y piedras a más de 40 metros de profundidad.
Todo el paisaje se ve dominado por inmensos bloques de roca esparcidos que acumulan gran cantidad de vida marina. Estos bloques presentan crecimientos de algas en la parte superior mientras que, por los lados y en la parte inferior, encontramos comunidades de precoralígeno (donde dominan las algas esciófilas) o coralígeno (donde dominan las esponjas y los cnidarios) en función de la profundidad y de las corrientes. Los espacios entre estos grandes bloques sirven de refugio a diversas especies de peces de interés comercial, como meros (Epinephelus marginatus), dentones (Dentex dentex) y corvinas (Sciaena umbra), y se convierten en lugares de gran belleza plástica para el crecimiento de gorgonias rojas (Paramuricea clavata), briozoos de diversas especies, esponjas incrustantes muy abundantes y una interesante comunidad de coral rojo (Corallium rubrum). En estos lugares se acumulan también piedras más pequeñas y arena en las que proliferan seres más pequeños.

Los fondos marinos de S’Encalladora están llenos de vida y color
Técnicamente la isla de S’Encalladora es, en condiciones de mar calma y sin corrientes, una inmersión de poca dificultad, pero hay que tener buena flotabilidad para no estropear las comunidades bentónicas, especialmente las delicadas gorgonias y frágiles corales que se encuentran.
Nada más empezar el descenso sobre la roca cubierta de algas, hay que escoger qué dirección tomar, siempre siguiendo la pared ya sea a la derecha o a la izquierda. Con una profundidad máxima de unos 30-40 metros -que no sobrepasamos por seguridad- en el trayecto que seguimos podemos encontrar e identificar muchos hábitats diferentes, todos ellos con bastante cantidad de especies.
Siguiendo la pared es fácil identificar diferentes cuevas más o menos estrechas, rendijas y voladizos interesantes. Observamos cómo, en general, la macrofauna formada por peces de gran tamaño y bancos de peces de tamaño más modesto muestra las características típicas de las zonas de reserva integral poco o nada frecuentadas por submarinistas: son animales abundantes y curiosos pero muy asustadizos, de manera que observarlos detenidamente resulta todo un reto puesto que tienden a acercarse pero tienen el comportamiento lógico en un animal salvaje: huyen al ver que captan la atención del observador.

Perfil de la inmersión del grupo 2
S’Encalladora es una zona rica en biodiversidad que es muy paisajística cuando hay buena visibilidad, pero está bastante expuesta a las corrientes marinas y, al llegar a una profundidad considerable, hay que vigilar con la acumulación de nitrógeno en sangre, y respetar estrictamente las paradas de descompresión. Como con todas las inmersiones cerca de una roca o arrecife, es fácil aprovechar el tiempo de la parada de seguridad para observar de cerca la pequeña fauna y flora que se encuentra.
Hábitats identificados
Comunidad de algas fotófilas de zonas bien iluminadas
Durante los primeros 5 metros de descenso, la pared de la isla de S’Encalladora presenta un paisaje típico recubierto por algas fotófilas. Tanto las algas pardas como las algas verdes (y algunas rojas) crecen formando manojos que recubren parte de la roca.
Aunque en las zonas más expuestas a la corriente y al oleaje hay menos abundancia de algas, en las zonas más resguardadas empezamos a encontrar gran número de algas pardas, donde destacan por su color blanco los abanicos de Padina pavonica, que son bastante abundantes. Algunos peces herbívoros como las salpas (Sarpa salpa) patrullan la zona y se alimentan de esta capa algal. También se han podido observar algunos pequeños góbidos de aguas someras rondando las comunidades de algas, donde encuentran refugio y alimento.

Algas fotófilas de zonas bien iluminadas
La capa de algas, a principios del otoño (momento en que se ha realizado esta inmersión) no es muy gruesa por lo que no se puede evaluar con precisión la riqueza de especies algales existentes. Las algas observadas aparecen, en esta época, invariablemente mordidas por los peces y preparándose para el ciclo invernal.

Banco de salpas (Sarpa salpa) alimentándose de algas a poca profundidad
A más profundidad, alrededor de los 10 metros, la capa de algas todavía es densa pero aparece una muy interesante población de gorgonia blanca (Eunicella singularis) que puede llegar a densidades bastante altas, algo muy poco habitual en el resto de la costa.

Las gorgonias blancas (Eunicella singularis) poco habituales en estas cantidades
Comunidad de algas esciófilas en zonas de penumbra
Allí donde la luz empieza a escasear, por debajo de los 10 o 15 m, las condiciones lumínicas condicionan la presencia de algas más adaptadas a la falta de luz y que recubren casi todo el fondo de un color marrón, formando almohadillas más o menos densas y abundantes. Hay que tener en cuenta, como ya se ha mencionado anteriormente, que debido a que la inmersión se ha realizado a principios del otoño, las algas no están en su mejor momento y pueden darnos una impresión errónea de su abundancia.

Algas esciáfilas en zonas de penumbra con algunas gorgonias blancas
Entre estas comunidades de algas podemos destacar la presencia de algas calcificadas de los géneros Peyssonnelia y Mesophyllum, así como algunas algas verdes de gran tamaño como Codium bursa. Se trata de una zona de transición de unos metros que se distribuye por los bloques de piedras y la pared adyacente de la isla hasta aproximadamente los 15 m, donde se combina con el siguiente hábitat.
Aquí, aparte de las algas y esponjas de colores más o menos vivos, observamos briozoos como el falso coral (Myriapora truncata), tunicados como la ascidia Halocynthia papillosa, y algunos moluscos gasterópodos. Seguimos observando algunos góbidos por encima de las rocas, así como peces de la familia de los serránidos como Serranus scriba o Serranus cabrilla. Una imagen a destacar, hallada en una grieta entre dos rocas es una cadena formada por 6 individuos de liebre de mar Aplysia fasciata (Mollusca, Gastropoda, Aplysiida) que se estaban reproduciendo.

Liebres de mar (Aplysia fasciata) reproduciéndose
Blanquizal de erizos
Es en esta misma zona, en torno a los 15 metros de profundidad, donde observamos un paisaje que pensamos que refleja los cambios climáticos globales. Vemos que la parte superior de algunos grandes bloques de roca, que predominan en esta zona, aparecen sin las algas pardas y rojas que serían características.
Los culpables son bien visibles, ya que se observa el predominio de erizos de la especie Paracentrotus lividus, que devoran a las comunidades de algas dejando un paisaje blanquecino, de roca pelada. Se observan también algunos individuos de otras especies de erizos, como Arbacia lixula y Sphaerechinus granularis, pero mucho más esparcidos por el fondo.

Comunidad de algas desequilibrada por la excesiva abundancia de erizos
Pensamos que el aumento de la temperatura del agua observado en los últimos años acelera el crecimiento de las algas, lo que hace que aquellos organismos que se alimentan de ellos sean más abundantes. Los erizos tienen pocos predadores conocidos, algunos peces y, principalmente, las estrellas de mar, las cuales NO han sido observadas en toda la inmersión. La abundancia de alimento y la falta de predadores pueden romper el equilibrio natural desembocando en un brusco cambio de paisaje.

Evolución de la temperatura media del mar a diferentes cotas y a lo largo del tiempo
Bosques de Eunicella singularis
Entre 10 y 20 metros encontramos un paisaje maravilloso donde la gorgonia blanca Eunicella singularis es predominante. Esta gorgonia denota el buen estado de conservación de la zona, siendo una de las especies más sensibles a la presión que ejercen los submarinistas al estropearlas con las aletas.

Bosque de gorgonia blanca (Eunicella singularis)
Junto a las gorgonias blancas, encontramos esponjas y algas incrustantes, algunas anémonas como Anemonia viridis y muchos peces: lábridos como Coris julis, serránidos como Serranus scriba y Serranus cabrilla reposando entre rocas, morenas (Muraena helena) en sus madrigueras y bancos de castañuelas (Chromis chromis) siempre cerca del fondo. También observamos algunos grandes meros (Epinephelus marginatus) muy asustadizos.

Eunicella singularis y banco de Chromis chromis
El coralígeno
Por debajo de los 20 m de profundidad se desarrolla un paisaje exclusivo del Mediterráneo y muy interesante en el Cap de Creus: el coralígeno. El coralígeno está constituido por auténticos arrecifes en miniatura formados por algas calcáreas laminares de los géneros Mesophyllum y Lithophyllum que forman tejados y abanicos soldados entre sí, dejando espacios vacíos donde crecen y se incrustan animales de esqueleto duro como corales, moluscos, poliquetos, briozoos, etc.
Este hábitat muestra una estructura muy compleja en la que podemos encontrar una cantidad de vida increíble. Así por ejemplo, encontramos grandes bosques de la gorgonia roja (Paramuricea clavata) donde cabe destacar que algunas de las colonias de esta gorgonia -generalmente a poca profundidad- se muestran recubiertas de algas epibiontes como Acinetospora crinita o Nematochrysopsis marina, y algunas, pocas, muestran signos incipientes de mortalidad por sobrecalentamiento del agua y/o crecimientos de algas epibiontes.

La emblemática gorgonia roja (Paramuricea clavata) en fondo de coralígeno
Por otro lado encontramos numerosas rendijas o cuevas dominadas por la presencia del tan preciado coral rojo (Corallium rubrum), junto con otras especies de coral incrustantes como la Caryophyllia (Caryophyllia) inornata o Leptopsammia pruvoti. También se observan numerosas especies de esponjas como Agelas oroides, Phorbas tenacior, Crambe crambe, Petrosia ficiformis y Pleraplysilla spinifera entre otras, algunos peces de la familia de los blénidos como Parablennius rouxi y algunos nudibranquios como la vaquita suiza (Peltodoris atromaculata).

Nos sorprendió el buen estado de grandes ejemplares de Paramuricea clavata
Los briozoos como especies de los géneros Chartella y Reteporella abundan en este hábitat, dando aún mayor complejidad estructural y riqueza en biodiversidad.

Bosques de Paramuricea clavata (arriba izquierda). Paramuricea cubierta de algas (arriba derecha). Coraligeno bajo techo (abajo izquierda). Coral rojo con los pólipos expuestos (abajo derecha)
Basura marina
Pese al perfecto estado de conservación que hemos podido observar en la zona de la isla de S’Encalladora gracias a la protección integral que lo ampara, hemos encontrado algunos restos de origen antrópico, como por ejemplo: un estropajo flotante entre las algas del fondo que, probablemente ha sido arrastrado por la corriente o una brida metálica muy epifitada enganchada entre las ramificaciones de una gorgonia roja. Sin embargo, como ya esperábamos, no se han observado restos de utensilios de pesca, ni redes, ni residuos de ningún otro tipo.

Estropajo entre algas del fondo (izquierda). Brida metálica epifitada sobre una gorgónia (derecha)
Recuento de especies por grupos
El análisis de especies por grupos nos dió 122 especies documentadas, repartidas de la siguiente forma:
- 22 especies de algas (7 Chlorophyta, 10 Rhodophyta i 5 Ochrophyta)
- 20 especies de esponjas (1 Calcarea i 19 Demospongiae)
- 15 especies de cnidarios (11 Anthozoa i 4 Hydrozoa)
- 6 especies de gusanos (Annelida)
- 6 especies de moluscos (2 Bivalvia i 4 Gastropoda)
- 11 especies de briozoos
- 5 especies de crustáceos (4 Decapoda i 1 Mysida)
- 4 especies de equinodermos (1 Ophiuroidea i 3 Echinoidea)
- 1 especie de tunicado
- 32 especies de peces (1 Muraenidae, 4 Serranidae, 1 Apogonidae, 10 Sparidae, 1 Sciaenidae, 1 Mullidae, 1 Pomacentridae, 6 Labridae, 3 Tripterygiidae, 2 Blenniidae y 2 Gobiidae).
Conclusiones
El estudio cualitativo de especies por grupos nos revela una gran abundancia de peces, tanto en número como en variedad, seguidos por algas, esponjas, cnidarios y briozoos. Obviamente estamos en un ambiente rico en algas, pero donde predominan los hábitats dominados por animales.
Observamos que las especies más emblemáticas como las gorgonias blancas (Eunicella singularis) y rojas (Paramuricea clavata) caracterizan de forma notable los fondos donde crecen, donde se encuentran ejemplares de buen tamaño y en relativamente buen estado, a pesar del calentamiento paulatino del agua en los últimos años, que provoca el crecimiento descontrolado de algas epífitas que ahogan las gorgonias si los episodios de calentamiento son demasiado largos, como se ven en muchos otros lugares de la costa (p.e. Islas Medes).

Gorgonias Paramuricea clavata de gran tamaño junto a coral rojo Corallium rubrum

Gorgonias rojas Paramuricea clavata creciendo en las zonas más expuestas de los bloques de roca del fondo
Así, las gorgonias que crecen a menos profundidad tienen una tasa de mortalidad más elevada que las que se encuentran a más profundidad. Las poblaciones de gorgonia blanca de pequeño tamaño son muy densas a poca profundidad, pero están mucho más afectadas por crecimientos de algas mucilaginosas que las situadas un poco más abajo y en lugares con más corriente de agua, que limpian las gorgonias de ésta plaga. Sin embargo a poca profundidad se ha observado una gran cantidad de ejemplares jóvenes que se han asentado recientemente, en densidades muy poco vistas a poca profundidad en el resto de la costa.

Gorgonias blancas Eunicella singularis a poca profundidad
El coral rojo (Corallium rubrum) ha sido observado en excelente estado de conservación en la ruta 2 (sureste), mientras que era muy poco abundante en la ruta 1 (noroeste). Cabe destacar que las colonias de coral crecían, no sólo en los extraplomos, sino también en paredes de roca expuestas en el exterior, algo muy poco habitual de ver en otras zonas y, producto sin duda, de la protección del espacio como a reserva integral que impide la intervención humana.

Pudimos observar verdaderos jardines de coral rojo (Corallium rubrum)
Las rocas a poca profundidad a menudo aparecen peladas y con abundancia de erizos, un fenómeno cada vez más habitual producto de la exposición a agua relativamente más caliente durante tiempos más largos cada año que pasa, que estimula el crecimiento de algas que, a su vez, permiten alimentar a mayor cantidad de erizos que, ya en general, tienen pocos depredadores. Echamos de menos estrellas de mar, tradicionales predadoras de erizos, de las que extrañamente no observamos ninguna.

Rocas a poca profundidad peladas por la acción de los erizos de mar
Destaca la gran abundancia de esponjas. Éstas ocupan la mayor parte del espacio disponible y, mediante sus defensas químicas, no permiten el crecimiento de otros organismos ni de algas esciófilas incrustantes, que hemos observado, pero en relativamente poca cantidad.

Gran abundancia de esponjas en el coralígeno, desplazando a las algas calcáreas
Por el contrario, es interesante la gran abundancia de briozoos que incluso crecen sobre sustratos horizontales, algo muy poco habitual en lugares con una alta carga sedimentaria (que puede ahogarlos), o frecuentados por submarinistas (que los estropean con las aletas), por eso a menudo se utilizan como especies bioindicadoras del estado medioambiental.

Briozoos coloniales Myriapora truncata creciendo sobre substrato horizontal, señal de poca presencia humana
Los peces aparecen saludables y en grandes cantidades, con el comportamiento natural que se espera de ellos en estado salvaje: curiosos por los visitantes, pero sin permitirles acercarse demasiado. Los peces grandes, habitualmente explotados comercialmente, como meros (Epinephelus marginatus), dentones (Dentex dentex) y corvinas (Sciaena umbra), son relativamente abundantes y de tamaños considerables. Sin embargo, los peces pequeños como castañuelas (Chromis chromis), tres colas (Anthias anthias) y salpas (Sarpa salpa) son muy abundantes, cada uno en su profundidad de referencia.

Los pequeños peces bentónicos como estas castañuelas (Chromis chromis) abundan durante toda la inmersión
En definitiva, hemos observado los diferentes hábitats en bastante buen estado de conservación, aunque no excelente, probablemente debido a las alteraciones climáticas globales que no gustan mucho a los organismos bentónicos del Mediterráneo noroccidental, más bien acostumbrados al agua fría.

Algunas gorgonias presentaban síntomas de mortalidad reciente de parte de la colonia
Desde el punto de vista biológico, resultaría muy interesante poder repetir estas inmersiones con cierta periodicidad para poder observar la evolución del ecosistema a lo largo del año ya que, en otros lugares de la costa se observan grandes variaciones en la proporción de las poblaciones en función del momento del año y la abundancia de recursos, de modo que nos permitiría obtener una visión completa del total de especies que habitan en la isla de S’Encalladora y del estado de los hábitats submarinos.
Queda por explorar la mitad meridional de la isla, presidido por el rincón de Sa Devesa y todo el rosario de arrecifes que lo rodean, donde posiblemente la biodiversidad todavía brotará con más intensidad que en los lugares visitados. En resumen, esta fantástica inmersión evidencia la positiva recuperación submarina del Cap de Creus, sin que desmerezcan en absoluto parajes con menor abundancia planctónica, menos protegidos y muy concurridos por los centros de buceo, como la propia Massa d’Or, que concentra el mayor número de meros, los Furallons de Culip, los arrecifes de cala Prona o el bau del Molí, todos frecuentados por barracudas, o las Fulloles de Tudela, enjardinadas de grandes gorgonias.
Permiso de Actividad Científica

Para bucear en S’Encalladora hay que solicitar un permiso específico al Parc Natural de Cap de Creus
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- LEY 4/1998, de 12 de marzo, de Protección de Cap de Creus